No toda la ciudadanía tiene el anteriormente derecho y ahora privilegio de un contrato indefinido en una empresa que cumple con los derechos laborales y bajo la defensa oportuna de un sindicato, gremio o asociación. De hecho, la vida de muchas trabajadoras ha empeorado en España en muy pocos años con la liberalización del despido, la descentralización de la negociación colectiva y el desgaste del sistema de representación política durante la recesión económica.

En este artículo echamos la vista atrás para entender como los modelos tradicionales de organización sindical ya no suelen ser efectivos por la alta temporalidad, las diferencias culturales y, sobre todo, por la fragmentación de la mano de obra. Nos acompañarán principalmente Las Kellys quienes nacieron como un grupo de WhatsApp en 2014, formaron una asociación en 2016 y hoy día forman el Sindicato Las Kellys. Junto a ellas otros muchos son ejemplo del neo-sindicalismo que ha llegado para quedarse.

Antes de nada ¿Quiénes son Las Kellys?

Las Kellys son las camareras de piso afectadas por procesos de externalización que cuentan con contratos temporales o cuyas condiciones laborales se han visto deteriorados o nunca han estado de acuerdo a las condiciones establecidas en el convenio. La mayoría de ellas no pertenecen a la plantilla central de los hoteles, y en todo caso lo más común es que cuenten con contratos temporales de 3 o 6 meses, que casi nunca son renovados.

Trabajando codo a codo con ellas, están las camareras de piso que no han sufrido este deterioro en sus condiciones de trabajo, pertenecen a sindicatos mayoritarios y no han sentido de forma tan directa la necesidad de reivindicar estas mejoras corporativas relacionadas con la externalización. Esta primera diferencia es clave a la hora de establecer las demandas y de comprender el conflicto en torno a sus condiciones laborales. Para estas últimas el convenio colectivo de hostelería sigue siendo el referente a la hora de establecer sus derechos laborales, por lo que su lucha se centra dentro del sector de hostelería y no por las mejoras corporativas de las camareras de pisos como hacen las Kellys.

Vale, recuérdame para qué sirve un sindicato

Los sindicatos son asociaciones integradas por trabajadoras en defensa y promoción de sus intereses laborales, ante la persona que las emplea y con quien están relacionadas con un contrato. En España CCOO se sitúa como primera fuerza y UGT como segunda, ostentando entre los dos sindicatos la hegemonía de la representatividad con un 75% de los delegados totales. Con las reformas laborales de 1994, 1997, 2010 y 2012 se lleva a cabo un proceso de descentralización de la negociación colectiva que genera una merma considerable de su poder de negociación, facilitando la reducción de costes salariales con una mayor flexibilidad en la contratación y el despido.

Con la fragmentación prolifera el perfil de trabajadoras no estándar, las que no cumplen con los parámetros de vida laboral continua, estable y de jornada completa; es decir, trabajadoras con una relación temporal o de jornada partida, que desarrollan su labor en un lugar diferente al de la sede de la organización, o subcontratadas o autónomas que prestan servicios a otras empresas.

En el caso de las camareras de piso pertenecen mayoritariamente a este perfil, con una temporalidad del 80% y sólo el 13% de los contratos tienen carácter indefinido (Servicio Público de empleo Estatal 2019).

Esta temporalidad es fuente de inseguridad, tanto personal, como social y monetaria, y lleva asociada una exclusión del proceso de negociación colectiva, con un debilitamiento o eliminación de sus demandas y pérdida de protección del convenio en algunas ocasiones.

Con la externalización la empresa subcontrata puestos centrales de su actividad en diversas empresas, abaratando costes y controlando el conflicto laboral tendente a diferenciar los puestos de trabajo. Con estas reformas cada trabajadora puede tener condiciones distintas y se dificuta la negociación colectiva unitaria al limitar la efectividad de los convenios sectoriales. Al romper con el escenario donde las personas viven en condiciones relativamente similares y tiene experiencias colectivas comunes a través de su puesto de trabajo, se fragmenta la identidad laboral, como ya hemos visto en el caso de las camareras de piso.

La delegación sindical fantasma 👻

¿Tienes una "persona del sindicato" que no te hace ni caso? Por desgracia es muy habitual. La ley obliga a que haya al menos una delegada sindical en las empresas que cuentan con más de 6 trabajadores pero en la mayoría de casos se diluye la figura por dos razones principales: falta de compromiso de las personas que conforman la delegación que conlleva inactividad desde el ámbito sindical; o presencia de delegaciones "amarillas", es decir, las formadas por candidaturas presentadas por la propia empresa. Este hecho afecta de forma directa a la percepción que tienen las trabajadoras de la acción de los sindicatos y de su capacidad efectiva de mejorar su realidad cotidiana con respecto a sus empleos.

Así es como desde la empresa se limita en muchas ocasiones la capacidad de organización sindical entre las camareras de piso, limitando la comunicación entre trabajadoras de diferentes empresas y creando mayor indefensión y aislamiento entre aquellas que ya están externalizadas. Las Kellys viven a diario la ausencia en su entorno laboral de una persona que las apoye y defienda sus intereses, junto al miedo a perder sus empleos. Estos factores incrementan la brecha entre esta sensación de falta de representación y la propia capacidad de denuncia y de participación sindical. Su percepción es que los sindicatos hacen poco esfuerzo por informar y por hacerles llegar las herramientas disponibles, siendo en muchos casos inmigrantes y desconociendo el sistema jurídico e incluso el idioma.

Las Kellys rompiendo esquemas: asociación, sindicato y mucho más

Ante tal panorama, Las Kellys deciden formar su propio sindicato por la necesidad de crear una herramienta con mayores garantías jurídicas que la que tenían como asociación. Tras ganar un juicio con el que consiguieron revertir una externalización en un hotel, deciden que la constitución como sindicato les permitirá alcanzar un grado de protección que con la asociación no habían encontrado. Como sindicato podrán enfrentar los procesos que venían deteriorando sus condiciones de trabajo, asumiendo que cambiar las cosas depende de ellas mismas.

La existencia de un Sindicato Las Kellys manda un mensaje muy claro: Los sindicatos mayoritarios (CCOO-UGT) no ofrecieron soluciones al problema en el momento en que fueron a hablar con ellos, para defender de forma efectiva sus derechos, así que no pueden considerarse actores que puedan representar sus intereses y es necesario tomar la iniciativa para tomar control sobre su conflicto.

Esa decisión es una crítica constructiva, Las Kellys valoran y entienden que los sindicatos son el canal básico de negociación con la patronal para la firma del convenio y confirman la visión instrumental que las trabajadoras tienen de las organizaciones sindicales mayoritarias, sólo que piden ser reconocidas como interlocutoras, relevando los sindicatos a canal a través del cual han de ser interpuestas sus demandas y que estos han de representar sus intereses como trabajadoras. Ante las limitaciones de la ley de libertad sindical en cuanto a la representatividad y a través de su otro rol como Asociación, ejercen presión -no solo sobre los sindicatos- sino también sobre el resto de organizaciones políticas y económicas responsables de la situación.

La estrategia que llevarán a cabo es sutil y efectiva: por el miedo de las trabajadoras a perder sus puestos de trabajo trasladan su activismo fuera del lugar de trabajo habitual. Al entender la lucha sindical como una lucha por las mejoras generales, mediante el apoyo a otras compañeras y no como una lucha concreta por cambiar las condiciones específicas dentro de su lugar de trabajo, se organizan para actuar en las demás empresas. Las Kellys rompen de este modo con la atomización de los sindicatos mayoritarios, estableciendo redes y estrategias de acción fuera del lugar de trabajo. El sindicato ya no es una "herramienta" sino una "hermandad" donde se promueve la participación activa, las redes de afecto y la confianza. Siendo Kelly puedes desarrollar tu actividad dentro del sindicato sin que tu empresa sea interpelada por ti, sino por tus "hermanas" que trabajan en otros hoteles.

Reivindicar desde dentro de la empresa sólo se dará en hoteles donde se organicen varias compañeras comprometidas, solucionando el conflicto de manera conjunta, dotándose de protección y a la vez dando visibilidad a la problemática. Así evitan la desprotección de la denuncia individual y visibilizan la situación general de precariedad que afrontan dentro de la profesión.

Que las Kellys sean asociación y sindicato a la vez les permite ser más flexibles que un sindicato mayoritario. La asociación es el canal de entrada y atención a las trabajadoras que necesitan ayuda, siendo más acogedor para personas no sindicalizadas, y a su vez permite atender demandas de aquellas personas que no están amparadas en su centro de trabajo. De este modo, a través de la asociación hacen labor de asesoramiento y acompañamiento a las camareras de piso sin que necesariamente estas estén afiliadas. Así, contribuyen a establecer redes más allá de la afiliación dejando la obtención de delegaciones sindicales en un plano secundario en su modelo de acción.

¿Hay más como ellas?

Por supuesto, esta nueva tipologia de sindicatos que visibilizan el conflicto oldschool vs newschool está muy presente en colectivos migrantes y nuevos trabajos ligados al capitalismo de plataforma, donde empresas internacionales emplean a falsas autónomas para su actividad principal. El capital se ha servido de las nuevas tecnologías para reorganizar el proceso de producción y, con frecuencia, también las relaciones laborales. Tanto la industria como los servicios están atravesando un proceso de profundas transformaciones y hasta rupturas tecnológicas. Como consecuencia, las empresas tanto tradicionales como novedosas como las plataformas digitales impulsan nuevos modelos ultraflexibles y precarios de organización del trabajo que por el momento se combaten bien con cooperativas de trabajo, como las riders, o sindicatos como el Mantero o Las Kellys.

En el caso de la gig economy, forma de trabajo donde oferente y demandante contactan online a través de plataformas digitales para la contratación de encargos esporádicos, el sindicalismo digital ha reaccionado enfrentándose en los tribunales a algunas de estas plataformas colaborativas. RidersxDerechos consiguió que el juzgado 24 de lo social de Barcelona sentenciara que 748 repartidores de Deliveroo eran trabajadores por cuenta ajena, estableciendo en sentencia la relación laboral existente.

En este sentido ya han ido surgiendo nuevas formas de organización no convencionales, entre las que cabría destacar las siguientes:

  • Plataformas de peticiones, como Coworker.org, que permiten a individuos y grupos lanzar y unirse a campañas con el objetivo de mejorar sus condiciones de trabajo.
  • Redes sociales, donde se puede constituir un sindicalismo digital poderoso, teniendo en cuenta su capacidad de difusión y convocatoria, y el daño reputacional que una campaña viral puede llegar a infligir a una empresa.
  • Foros de reunión, donde las nuevas tecnologías no sólo permiten a los trabajadores de la gig economy denunciar y reclamar, sino también poner en común sus experiencias, como el buscador Turkopticon, mediante el que los trabajadores de Amazon’s Mechanical Turk, originalmente independientes y desorganizados, pueden comentar su trabajo y evaluar a sus clientes, de forma que otros trabajadores conozcan a cuáles conviene evitar.
  • Cooperativismo digital, que ya conocemos, donde frente a la precariedad imperante en determinados sectores laborales, surgen cooperativas digitales con plataformas propias que ponen en contacto directo a trabajadores y clientes, evitando así los costes de intermediación.

Es evidente que el surgimiento de estas nuevas estructuras nace de una falta de confianza en las instituciones sindicales y de la necesidad de contar con herramientas directas para ejercer presión por la mejora de sus condiciones laborales. No van a ciegas y saben que para incidir en la negociación colectiva, los sindicatos mayoritarios son el canal para que sus demandas sean estructuradas y defendidas. Su objetivo es condicionar la representatividad mediante estrategias de presión.

En definitiva, el movimiento de las Kellys, junto a otros, consigue involucrar a trabajadoras que nunca antes habían participado en actividades político-sindicales al ser el germen de un incremento en su seguridad y autoestima, así como en un mayor conocimiento de sus derechos y de cómo poder reclamarlos. Viven un empoderamiento personal a raíz de la participación colectiva, destacando los impactos positivos que esta participación tiene en su vida familiar, al permitirles este empoderamiento experimentar un crecimiento en todos los ámbitos de su vida. Así, la participación sindical puede funcionar como elemento de empoderamiento no sólo en términos laborales, sino personales y en el caso de las mujeres, de género. Ante la flexibilización laboral se responde con flexibilidad participativa y no anclada al lugar de trabajo, involucrando a muchas más compañeras en un grupo más amplio y que no sólo tiene vínculos con el movimiento feminista, al poner la vida en el centro, sino que se define como tal.